Hoy es un día especial. Para comenzar es un dia feriado (para mí) y estoy trabajando. Es feriado y encima madrugué. Me encuentro festejando las efemérides de mi tierra en la ciudad que me vio nacer.
Hoy es 24 de Septiembre y mi Santa Cruz está lejos, pero estoy en mi La Paz. Cuantos sentimientos, esta ciudad que me vio nacer y a la cual nunca conocí, excepto por anécdotas de mi infancia, hasta mis
ventipico de años, pero también esta ciudad que a cada venida me fascina por su clima, su gente, su historia, sus rascacielos (edificios e Illimani de por medio). Y aquella, tan lejana ahora, pero tan cerca de mi corazón.
Y después de mi muy personal depresión primaveral, me encuentro aquí, solo y disfrutando. Sintiendo el aroma del café universal, entre este acento tan especial y el hormigueo de mi piel producto de la altura, viendo a mis hermanos aymaras, quechuas, cholitos y cholitas por doquier. Y es hoy, aquí, que me preguntó, como esa entrañable
amiga, ¿por qué? ¿Por qué la división, por qué el regionalismo?
Hoy veo en esta Plaza Abaroa, que por mi ventanal se asoma, el escudo intacto de mi ciudad tallado en algún metal desconocido para un cientista social, en esta plaza en la cual recuerdo jugar con preciosos dos o tres años.
Han pasado 197 años desde aquel 24 de septiembre de 1810 que hoy nos hace recordar la valentía de aquellos hombres que ante la ausencia de un gobierno lejano y, haciéndose eco de los otros gritos libertarios, gritaron su propia libertad. Casi dos siglos han pasado y hoy mi tierra es fértil y moderna, como nunca, se mantiene erguida y poderosa como motor de la economía boliviana, aquella que tan bien describe el magistral ciudadano que tengo la dicha de poder llamar "compañero",
El del Ágora, en su discurso de agradecimiento por ser reconocido hijo ilustre de mi tierra.
Y yo, hoy, no puedo mas que soñar, soñar con las palabras de Carlos Hugo, soñar con los
collages que en mi mente se forman al unir las imágenes de esta maravillosa ciudad y de aquella, mía, entrañable, aquella de mi padre y de mi madre, de mis abuelos, de mis bisabuelos (y si por esto soy oligarca le agradezco infinitamente a aquel anónimo de darme este apelativo). Esa de hombres de lucha, de madrugadas a las 5 de la mañana, de minibases reventando, de izquierdas, esta tierra que de noche es una bossa nova, esta tierra donde se sienten deambular los espíritus del pasado, quejumbrosos, pero linda, con ese Padre nevado, con sus callecitas empedradas, con sus mujeres
chaposas. Y aquella, tan calida, tan olorosa, tan divertida, a ritmo de taquirari y chovena, tan mía por mis raíces, de hombres y mujeres alegres que nunca niegan una sonrisa, aquella de luchas también.
Y es que ellas son Bolivia, como dos hermanas, opuestas, pero mías. Son complementarias y pruebas de que hay dos formas de crecer que no necesariamente son contradictorias y que mas bien pueden generar, al menos en un hombre como yo, ese sentimiento de pertenencia a ambas. Hoy, 24 de Septiembre, quiero celebrarlas a ambas por estar en mi vida y ser mi matria (la que me vio nacer) y patria (la que me enseño a caminar). Ojala todos puedan ver que la riqueza esta en la diversidad y no en la acumulación, en compartir y no en el egoísmo.
Y mis amigos,
Animal de Ciudad y
RBK, están en camino, dos cruceños que también celebran a Santa Cruz desde La Paz. A mi me quedan aun unas cuantas horas en esta majestuosa ciudad que tratare de disfrutarlas al máximo, luego subiré al avión y esperare aquel "Bienvenidos a Santa Cruz de la Sierra" mientras en mi cabeza retumbará aquella despedida que le dije a esta otra:
"¡Hasta la victoria (la de todos), siempre!