Aprendiendo en el camino

Ha pasado el día clave del año y ya las voces se hicieron escuchar y la fiesta reventó. Se ha marcado una fecha más en la historia de este proceso hacia las autonomías departamentales y también en la historia de este país.


Mi postura no ha cambiado respecto al proceso electoral que concluyó ayer, para mi seguirá siendo un proceso que pudo haberse encaminado de otra manera, con mayor solidez y mayor consenso nacional, que se pudo haber votado por la aprobación de un documento distinto, con mayores niveles de inclusión y menores de incoherencias, que se pudo haber hecho sin conflictos y sin violencia, etc. Y aquí sé, como los economistas, que vivimos en un mundo del second best (el segundo mejor) donde nunca se puede hacer lo que hubiera sido lo ideal, pero tampoco creo que lo que sucedió ayer sea realmente el segundo mejor, sino el tercero o el cuarto.


La victoria del Sí es innegable, aunque no en los parámetros que se está divulgando. Hay varias realidades distintas que dependen de la perspectiva. Primera realidad: del total de los votos válidos el Sí gana con el 85% contra el 15% de los No. Segunda realidad: Existe una abstención o ausentismo de cerca del 37% de los inscritos que convierte la victoria del Sí en apenas superior al 53 % de los inscritos -ciudadanos capaces de ejercer el derecho al voto. Estas dos realidades dan forma a los dos discursos que se vieron ayer, por un lado, el de la institucionalidad cruceña, por el otro, el del gobierno. Ninguna de las dos realidades es justa con los parámetros de la opinión de la población del departamento.


La primera realidad habla de un resultado absolutamente correcto en términos matemáticos y también en términos jurídicos, ya que las leyes electorales hablan de los resultados de cualquier elección se procesan sobre votos válidos siempre y cuando la participación sea mayor al ausentismo, sin embargo no habla de una proporción real de la demanda. Tampoco lo hace la segunda realidad, ya que no necesariamente implica que el 38% que pudo haber votado y no lo hizo haya optado por está decisión porque está en contra del proceso.


Hablando con manzanas: en la elección del referéndum por autonomías departamentales de 2006 hubieron, siendo reduccionistas, algo más de 5 personas que votaron por el Sí, 2 personas y media que votaron por el No y 2 que no votaron del total de las personas que podían votar, si no contamos a las personas que no votaron como votantes, porque obviamente no lo son, el resultado es el de 70% a 30% que finalmente se dio; en la elección del referéndum por el Estatuto Autonómico de 2008 hubieron algo más de 5 personas que votaron por el Sí, 1 persona que votó por el No y 4 que no votaron, si anulamos a estas 4 personas que no votaron el resultado es de 85% a 15%. Esto quiere decir que, en realidad, los parámetros no se han movido mucho en estos dos años, lo cual es completamente lógico. Lo único que ha cambiado es el voto del No que ha migrado del voto al no-voto. Ojo, con esto no quiero decir que esté a favor del gobierno, como muchos me tachan, tampoco quiero decir que la autonomía no sea la opción mayoritaria en estas tierras, porque lo es.


La demanda del pueblo cruceño es clara, es mayoritaria desde cualquier perspectiva -es lo que quiere la mayoría del pueblo cruceño, votantes y no votantes- y es legítima. El día de ayer, 4 de mayo, nuevamente se ha legitimado y el tren ha tomado mas fuerza y cada vez se acerca más a su destino. Espero, de todo corazón, que el proceso siga el mejor cauce posible y que la demanda sea satisfecha en el corto plazo. Espero, aunque tengo mis dudas, de que sea lo mejor para mi pueblo. Tengo mis dudas sobre la manera en que se encamina el proceso, no sobre el concepto.


¿Quién ganó el 4 de Mayo? Ganó el pueblo cruceño, con todo su carga emocional para con la autonomía, y ganó la democracia. De eso no caben dudas, como tampoco caben dudas de que en diciembre del 2005 ganó Evo Morales y ganó la democracia. Pero aun nos queda mucho por aprender como ciudadanos en estos procesos y creo, fervientemente, que para el pueblo cruceño, el 4 de Mayo significará una lección más en este aprendizaje, como también lo será para el gobierno.


¿Quién perdió el 4 de Mayo? Perdió el gobierno de Evo Morales, de esto tampoco caben dudas. Perdió porque apostó nuevamente, como es costumbre en nuestro país, a todo o nada. La apuesta del gobierno fue subirse al carro del 18% de personas que normalmente se han abstenido de votar en el Departamento de Santa Cruz y sumar a sus partidarios a ese carro y acercarse al 50% de ausentismo que invalidaría la elección. Lo cual implicaba un riesgo muy grande ya que si no alcanzaba el objetivo, la victoria del rival sería abrumadora, como finalmente sucedió. Nuevamente las leyes de la economía aparecen: grandes riesgos implican grandes ganancias o grandes pérdidas, pequeños riesgos implican pequeñas ganancias o pequeñas pérdidas. Esta vez la derrota fue grande.


¿Cuáles son las lecciones? 1) Que la democracia boliviana madura, a veces a tropezones, pero madura. Quizás dentro de algunos años podamos pensar en que el voto sea un derecho y no una obligación, como es hoy en día. Invito al debate sobre este tema. 2) Que las diferencias no se resuelven en las urnas, las diferencias siguen existiendo, pero las urnas son una de las mejores maneras de pedir que el pueblo participe en estas disputas y decida el rumbo que toma su comunidad. 3) Que nuestro liderazgo nacional necesita pensar para todos y a largo plazo, ya no apostar a todo o nada, ya no pensar sólo en grandes ganancias políticas.


Mi deseo y mi esperanza es que el 4 de Mayo, y luego el 1 de Junio y luego el 22 de Junio, se conviertan en los hitos que abran paso a una nueva forma de encarar la política en nuestro país, sea la segunda república o la quinta república, sea el proceso de reunificación nacional o sea lo que fuere, pero siempre en democracia, en coordinación y, sobretodo, con diálogo.

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