Verguenza: ¿propia o ajena?

El día sábado pasado la Capital de la República vivió momentos que recordaron los ácidos de noviembre en La Calancha, aquellos momentos en que el miedo y la adrenalina se constituyen en el cocktail que acompaña los momentos que se marcan en la historia.

La verdad de lo que aconteció en Sucre no la conozco y creo que nadie, exceptuando los que estuvieron presentes ese día, conoce la verdad de este hecho. Digo esto porque hoy por hoy no existe ni un solo medio de comunicación imparcial que no presente las noticias desde su propio interés o el de sus dueños. Sin embargo hay imágenes que son claras, como estas de El Deber en su edición del domingo 25 de Mayo, paradójicamente, fecha en que se conmemoran los 199 años del primer grito libertario de Sudamérica en la actual ciudad de Sucre.



Los hechos que se pueden relatar de esta historia indican que el Presidente de la República debía asistir ese día a un acto en el Estadio Patria para entregar ambulancias y cheques, que en días previos se había declarado que el Presidente no era bienvenido en la ciudad de Sucre y que, por favor, no asista, que no sería bien recibido, los campesinos del departamento de Chuquisaca se movilizaron a la Capital para recibir al Presidente, los ciudadanos de Sucre se movilizaron para evitar el acto, la Policía gasifica a los manifestantes ese día, los manifestantes responden con piedras y finalmente la Policía debe replegarse del lugar y, finalmente, la ciudad de Sucre queda, nuevamente, a merced de una poblada. La imagen que se ve, dice el periódico, representa el momento en que los sucrenses hacen pedir perdón de rodillas a los campesinos por los hechos de diciembre.

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